Posteado por: caberna | 12 noviembre 2009

Un fabuloso tesoro en las costas de Benzú (II) Escrito por Santi

Lo primero que pensé al terminar de leer, fue la manera de comprobar la autenticidad de aquel importante manuscrito. Con disimulo lo guarde en mi cartera, y con paso decidido me dirigí a la Embajada Británica.

Sir George Labouchere me recibió muy cariñosa y amablemente. Hacía pocas fechas que asumió el cargo de Embajador; era amigo íntimo de mi padre. Después de leer el insólito documento, me dijo: aunque parece auténtico, se suelen gastar este tipo de bromas entre aburridos estudiantes, de todas formas lo vamos a analizar detenidamente, el agregado naval es un gran historiador y le apasionan estos temas.

Me fui caminado a mi casa, no estaba muy lejos. Por el camino pensaba en aquel pobre desgraciado, qué habría sido de él, con aquella fortuna allí enterrada y pasando calamidades postrado en una lúgubre celda, sería como ser preso por dos veces al mismo tiempo, qué ansias de huir, de escalar los altos muros de su prisión, podría hacer tantas cosas, paliar tantos sufrimientos. Cada día que pasaba allí dentro era un día menos de felicidad para mucha gente.

El tiempo transcurría plácidamente, estudiando, paseando con mis hermanas pequeñas por el retiro o llevándolas a remar por el lago. Madrid era una delicia en la primavera de 1960.

Museo del Prado, Madrid (foto de wikimedia.org)

Museo del Prado, Madrid (foto de wikimedia.org)

Éramos una familia inglesa, perfectamente integrados en la sociedad española. Por necesidades del trabajo de mi padre, residíamos en la capital de España, después de haber pasado nuestra niñez en Sevilla. Nos gustaba visitar los museos, el del Prado, el Naval. Acudíamos puntualmente a los estrenos teatrales, al Maria Guerrero, al Bellas Artes o al Español.

Por medio de mi padre, Sir George mandó recado para que acudiera a su despacho, pues tenía novedades respecto al asunto del preso del Hacho.

Al día siguiente me recibió con su amabilidad característica y me entregó un sobre con la documentación. Allí mismo, de pié, revisé impaciente todos los documentos, le agradecí al Embajador las molestias y me dispuse a leerlos tranquilamente en la Biblioteca.
No se encontró ningún documento que certificara el asalto del Manuelita por el Gloria de Terranova; pero sí había constancia en el Almirantazgo del abordaje del bergantín por la nao española y de la desaparición en aguas del Golfo de Cádiz de toda la tripulación. Respecto al cofre con las joyas, nada se dice. Se cree que pueda ser una pequeña parte del fabuloso tesoro que no pudieron llevarse consigo las huestes de Boabdil y enterraron en los aledaños de la Alhambra, esperando un ansiado regreso. Se cree que en el siglo XVI fue desenterrado y repartido el botín entre mucha gente de Granada, ese cofre bien pudo quedar en poder de algún cabecilla del expolio, y se desconoce el motivo por el que viajaba a Cuba y mucho menos por qué lo sabía el jefe de los corsarios. Tampoco se sabe si continuará enterrado en la playa de Ceuta o si alguien lo encontró.
En relación a Francisco Gracia de Ribadeneira, se sabe que desapareció misteriosamente del penal del Hacho a los pocos meses de ingresar en él, no hay datos de su liberación o huida (si la hubo), ni de su fallecimiento. Posiblemente muriera de alguna epidemia, cosa corriente en aquella época. Tal vez su nombre quedara anotado en algún registro poco cuidadoso y se perdió con el paso de los años.
Recogí los papeles y me fui a mi casa. Tenía el firme propósito de encontrar el rastro de Francisco; ¿aunque me cueste las oposiciones? Espero que no.

Me acordé de un amigo que era funcionario en el Ministerio de la Gobernación. Decidí hacerle una visita.
– ¿Como se llama tu amigo?-
– Francisco Gracia de Ribadeneira-
– ¿Y de segundo apellido?-
– Gracia de Ribadeneira es un apellido compuesto, y te aseguro que si hay alguien que se apellide así, será descendiente del que buscamos. -¿por qué no te vienes esta tarde?, con tranquilidad buscaremos en los archivos.
-Así lo haré. Muchas gracias, amigo.
CONTINUARÁ…

Santi.

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Respuestas

  1. Bueno, amigos, gozo del privilegio de poder leer estas entregas del relato antes que vosotros -no en vano soy lo que podríamos llamar «el editor»- y puedo deciros que ya tengo en mi poder la tercera parte, que por cierto, casi llego a publicarla por error antes que la segunda (es que estoy poco ducho en esto de la edición, pero le voy cogiendo el gustillo) y hubiera sido un lío tremendo. Por suerte pregunté al autor antes de «meter la gamba» y resultó que un correo se había quedado flotando entre Málaga y Los Barrios. Subsanado el error, aquí podéis disfrutar de la parte II y mañana no (que es viernes y toca cervecita) sino el sábado, tendréis la parte III.
    Me está gustando mucho este inglés que tiene interés por saber sobre aquel Francisco Gracia de Ribadeneira…
    Un abrazo, vecino, y sigue escribiendo.

  2. Pues aquí estoy yo, fiel al segundo capítulo y quedándome con la miel en los labios esperando esa III parte.
    Que suerte tienes, caberna!!! Es el desenlace esa tercera parte?
    Que intriga…jopé!! Hasta el sábado? Bueeeeno…tendré paciencia! 🙂
    Besitos a todos

  3. Amigo Santi, me tienes toda la semana esperando el desenlace de esta historia y vuelvo a quedarme con la boca abierta, ¡esto no se hace, hombre!.
    A partir de mañana me voy con una pala por todo Benzu a ver si encuentro el tesoro.
    Como lo encuentre no reparto nada de coraje.
    Un saludo desde Sur del Sur.


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