A mi me gusta España, amo a España, me gustan los españoles, su espontaneidad, su alegría de vivir, su diversidad de caracteres que la hace aún si cabe, más rica. Siento que tengo algo de cada una de las distintas regiones, que la componen, los gallegos, tan amantes de su terruño, con su saudade siempre a cuestas por esos mundos. La sobriedad de los castellanos, con su pasado de hidalguías. Los recios vascos, con los que nos hemos llevado tan bien los del Sur. Los extremeños, los andaluces, los murcianos, ceutíes, melillenses, canarios, tan extrovertidos, acogedores.
Me gustan sus canciones populares, como aquella que decía: «el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, la Virgen está dormida y no la quiere despertar», «el perro del carretero juega con la mula torda». O esa otra del emigrante, «adios mi España querida, tan dentro te llevo metida». O el cine, como aquella película de Berlanga «Plácido», con una magistral escena con diálogos en tres profundidades, y se entendía todo lo que hablaban. «Los últimos de Filipinas», defendiendo lo indefendible. El NO-DO, que todo el mundo aplaudía en el cine cuando terminaba, y lo que aplaudían era, que se apagaba la imagen del dictador en la pantalla.
Los vinos, que con solo nombrarlos se nos llena el paladar de gustosos caldos de todas la regiones: Jerez, Moriles, Moscatel, Ribera del Duero, Rioja, Priorato, Ribeiro, Jumilla, Valdepeñas. Vinos de excelente calidad para todos los gustos.
El jamón, una de las cosas más ricas de este mundo, Guijuelo, Jabugo, Alpujarras, Extremeño.
Me gusta España porque tiene las ciudades más importantes a la orilla del mar, que la hace única en el mundo, Barcelona, Valencia, Mallorca, Alicante, Málaga, Cádiz, A Coruña, San Sebastián, Bilbao.
De pequeño, me gustaba estudiar la historia medieval de España, Don Pelayo, El Cid, los Reyes godos, y soñaba con recorrer los mismos caminos por donde anduvieron todos ellos. Era una forma de soñar inocente, sin muertes ni guerras, ni odios. Con el tiempo comprendí, que estábamos condenados a no disfrutar períodos largos de paz, aquí nos hemos estado matando unos a otros sin parar durante siglos, algo incomprensible esto último, dado el carácter de nobleza del español, luchas banales por la consecución de este o aquel trono, luchas de clases, de religión, étnicas, (expulsión de árabes y judíos), conquistas, reconquistas y requeteconquistas, y la verdad es que había verdaderos profesionales de las guerras y a esas gentes había que darles trabajo, si no aquí, en otros mundos, descubiertos allende los mares. Una vez reunificado el Estado, había que exportar la lucha y el expolio hacia el nuevo mundo, o al mundo entero.
Ojalá no vuelva a pudrirse nunca más la sociedad española, y disfrutemos para siempre de este largo periodo de paz, salpicados de sobresaltos que nos darán los descerebrados, con sus bombas y pistolas. Pero estoy convencido que a largo plazo conoceremos, si no la paz y la felicidad completas, tampoco me gustaría «El mundo feliz» de Huxley, pero si la tranquilidad y la libertad que da la cultura y la educación, esenciales para el bien de la democracia. Quizá nuestros nietos puedan ver algún día que el mundo se ha convertido en una nación, y todos los habitantes del planeta son ciudadanos con los mismos derechos y las mismas oportunidades.
Habrá en el futuro un Santiaguito que escriba en algún sitio, «me gusta mi mundo, me gustan sus habitantes, tan distintos y tan iguales al mismo tiempo».
Y ahora a brindar con Cava catalán, «chin-chin».
Santi.
Amigo Carlos: un fuerte abrazo de Mila y mío para ti y Lucía.
… Y a mi también me gusta, Santi. Creo que entendemos la vida de buena manera, sabiendo sacarle partido. Lástima que luego seamos tan «a sangre y fuego» para entendernos con el vecino, aunque creo que en eso también estamos aprendiendo que no todo el mundo tiene que pensar lo mismo que nosotros. Seguro que mañana seremos mucho mejores y habrá un Santiaguito que pueda hablar y escribir sobre ello.
Un abrazo, amigo. Gracias por enviarme este «manifiesto».
By: caberna on 22 noviembre 2008
at 10:43
A veces, el pensamiento se me va por las horas bajas, la euforia se convierte en desesperanza, el futuro utópico se me hace muy lejano.
No hay mas que echar un vistazo a los medios de comunicación, dá la sensación de que vamos para atrás, de que las noticias que nos llegan del mundo son los ingredientes para volver a la edad de piedra.
En fín, que en nosotros está andar a grandes zancadas, o un pasito para adelante y dos para atrás.
By: santiago on 24 noviembre 2008
at 23:20
Yo soy más pesimista, Santi. Es una cuestión de genes… el homo sapiens es lo que es, un animal depredador y territorial. Y tarde o temprano, aquí y allí, sacará afuera de la costra civilizadora, lo que somos… No tenemos arreglo, solo podemos aspirar a tener un poco de suerte y a vivir en un buen lugar durante un buen tiempo…
P.D. …es que acabo de salir de una migraña y todavía me dura la cosa. Otro día hablamos de alegrías.
By: Milano on 25 noviembre 2008
at 18:21
Siento lo de las migrañas Milano, esa cosa tan antipática, tan antipática como la lideresa, que ahora tilda de canalla al Ché, olvida la triste menda esta, que murió por los demás, pero no lo que ella representa, por supuesto.
El otro, el Rouco y sus hermanos, que olvidemos el pasado, pero ellos siguen haciendo santos y beatos a todo el que pasaba por la calle.
La lamentable oposición, esta si que es canallesca, que se ha creido que los españoles nos chupamos el dedo.
¿No te va a dar migrañas, con la suma de estos factores?
Un fuerte abrazo y unas pocas de energías a través de estos cables para que no te den mas.
By: santiago on 25 noviembre 2008
at 21:46