Posteado por: caberna | 22 septiembre 2008

El Parisiana

Era un cabaret que había en Hadú hace ya bastantes años; tan conocido, que daba nombre a la calle donde se encontraba, la Cuesta del Parisiana, una empinada calle que lleva desde Hadú hasta La Almadraba y cuyo nombre verdadero me ha costado recordar: Avenida de La Argentina.
Yo conocí el Parisiana, quiero decir que estuve allí. Sí, pero esta no es la historia que cabría esperar de un joven que en 1973 deambulara por locales nocturnos… Mi relación con este local fue mucho más inocente y, desde luego, más curiosa.

Aquel verano yo presenté una canción («Nuria», se llamaba) al Festival de la Canción «Ceuta, Perla del Mediterráneo» y necesitaba un arreglista que la orquestara. A través de contactos familiares logré hablar por teléfono con Rafael Ibarbia, aquel director de orquesta gordito, calvete y con bigotito de la época, que los más veteranos recordareis porque aparecía mucho en TVE, la única televisión que teníamos.

Adquirió este buen hombre el compromiso -a cambio de diez mil pesetas de la época- de arreglar aquella partitura para que los músicos de la orquesta del festival pudieran, quince días después, tocarla en el parque de San Amaro, precioso lugar que mis paisanos conocen perfectamente.

Pero los días pasaban y yo sin noticias del «Von Karajan» de mi canción.

Un día antes del festival, me llamó:
– Siento no haberte podido hacer los arreglos antes, pero es que he tenido mucho trabajo este mes.
– Pero es que los necesito para mañana.
-le dije-.
– Ya, bueno, mira, vamos a hacer una cosa. Yo los pongo por la mañana en el avión de Málaga y que te los dejen en el bar del aeropuerto. Manda alguien allí a recogerlo…
No recuerdo ya lo que le dije, pero sé que le contesté muy enfadado. Por cierto, creo que Ibarbia cumplió con su palabra, ya que bastante tiempo después, alguien me dijo que había visto en el bar del aeropuerto de Málaga -sujeto entre las botellas- un sobre grande con mi nombre escrito…

Esa tarde, los últimos rayos del sol se colaban entre los pinos y las palmeras del Parque de San Amaro mientras la orquesta del festival repasaba cada canción con sus respectivos autores y cantantes. Yo estaba hundido, mi canción estaba seleccionada pero no podría cantarla. Hablaba con la organización sobre lo ocurrido con «Nuria»:
– Tendré que dejarlo, Enrique; los arreglos no llegan a tiempo.
Pero el bueno de Enrique me dio una solución:
– Vente esta noche al Parisiana, pero ven tarde; cuando yo termine de tocar, haremos los arreglos de tu canción. Tráete la guitarra.

Eran las cuatro de la mañana cuando me presenté en la puerta del cabaret, con mi amigo Jose, que no me dejó solo ante el delicado envite. Un cartel bastante sobrio con algunas bombillas de colores, parpadeaban haciéndonos guiños para entrar. El sueño se me quitó de golpe y me dieron más ganas de salir corriendo y dejarlo todo que las que tuve la tarde anterior.
No sabía muy bien qué estábamos haciendo allí, pero ya que estábamos… descorrimos la cortina… oscura, vieja, cutre y manoseada como todo lo que vendría tras ella. El ambiente parecía sacado de una película de cine negro de los años cincuenta, de esas que dan por televisión de madrugada, convencidos de que nadie las ve.

Recuerdo que me quedé paralizado en el centro de la sala, con la guitarra en la mano y una cara de imbécil de «no te menees». En seguida acudió a nuestro encuentro un hombre con claros signos de interrogación: los brazos medio levantados, pegados al cuerpo y las palmas de las manos hacia arriba. Cuando le expliqué, nos acompañó hasta la zona donde Enrique y tres músicos más se ganaban el pan del día siguiente; antes de dejarnos allí, nos pidió cortésmente que dejáramos libre el pasillo, ya que iban a salir «las artistas».
El pianista me saludó con la cabeza mientras daba la entrada al cuarteto, que ramplonamente introducía la actuación de aquellas dos señoras más entradas en años que en carnes y viceversa. Después de soportar estoicamente desafinados agudos cupleteros y malos tratos musicales dignos de ser castigados cuando menos con arresto domiciliario, el espectáculo felizmente concluyó.
Y allí, ya con mejor iluminación y mientras una de las artistas barría el local, Enrique se armó de paciencia, se sentó al piano y despacio, nota a nota fue armonizando lo que la orquesta tocaría algunas horas después en la final del Festival Ceuta, Perla del Mediterráneo.

Varios años después, ya casado, nos fuimos a vivir a la calle Marqués de Lede, cercana al cabaret. Por las noches, desde el silencio del balcón de la casa, algunas veces oía los agudos de Pepe -el trompetista del cuarteto-, mientras yo sonreía recordando la noche que estuve en El Parisiana…

ACTUALIZACIÓN Y CORRECCIÓN DE ERRORES NOTABLES, CON MI AGRADECIMIENTO A AFRICA PUENTE CRISTO:

– El local del que se habla en la historia, no se llamaba El Parisiana, sino CONSTANTINOPLA, además estaba en la Cuesta de la Parisina, que debe su nombre a una madame de París que vivió por allí a principios del siglo XX.

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Respuestas

  1. Por cierto, primo, muchas gracias por haberme acompañado aquella noche. ¡Puf, qué trago!

  2. No te veia yo a ti pinta de ir al parisiana, realmente pienso que aquello deberia ser super cutre, ¡que papelón el vuestro!

  3. Me acuerdo de Rafael Ibarbia, el que compuso Yo soy aquél de Raphael, y dirigía la orquesta de la televisión cuando se cantaba en directo, ha muerto hace poco.
    No conocí el local ese, pero sí que oía hablar a los mayores de él, cómo ibamos a conocerlo, si nosotros estábamos mas por los cantos gregorianos en S. José.
    A propósito Carlos el otro día te mandé a al correo una historieta del TBO, no sé si la habrás recibido porque he tenido problemas con el ordenador y a los mejor se ha desconfigurado mi correo, pero vamos si se ha quedado colgada por ahí tampoco se ha perdido mucho.
    Adios juerguista trasnochador, ya se lo diré a tu pae y a tu mae.

  4. Lo que hubiera dado por conocer ese sitio, siempre quise, pero no me dejaron. Las mujeres decentes no íbamos a esos sitios, pero yo siempre he sido trasgresora, pero no me dejaron. El local se llamaba Constantinopla, y estaba en la cuesta Parisiana, llamada asi porque a principios de siglo vivíó una madame muy famosa de París, o eso decía, y era la cuesta de la Parisina. Pero ya sabemos como son en mi tierra canbiando los nombres.

    En ese local, burdel , tocaba mi padre cuando yo no había nacido y cuando lo tiraron me dió mucha pena, no sé porqué.

    Ahora en la cuesta no hay pisos, no sirven alcohol en ningún bar y han heco un Instituto de nombre Clara Campoamor.

    Son otros tiempos.

  5. Las noches de invierno y tormenta eran propias para visitar aquel local.
    Dejaba mi Seiscientos aparcado en la puerta calzado con una piedra para evitar que rodara solo por la cuesta.
    Sentados en una esquina,con una copita de coñac en la mano (lo más barato que había) mi amigo Rafa Pacheco y yo nos dedicábamos a observar todo lo que allí pasaba. Nadiuska, la encargada, daba instrucciones desde dentro del mostrador, servía las copas y regañaba a los clientes que no mostraban buenos modales. De pronto, Paco, el dueño de aquél antro, con una cojera pronunciada y voz cargada decía aquello tan manido de:–niñas al salón, que hay clientes. Entonces se acaremalaban y empezaba un feroz descorche.
    Tengo muy buenas historias de aquellas mujeres repintadas de carmín y rotas por la vida. Quizás un día escriba algunas. Ahora tengo mucho trabajo y no tengo tiempo,¡¡Y tenemos que seguir
    con PAT,mi dulce Pat…

  6. ROSI: La verdad es que nunca fui un cabaretero, mis juergas eran menos de ir de …, bueno que eran de otra clase, vamos. Pero la música me ha llevado algunas veces a sitios muy curiosos… Ya iré contando, ya…

    SANTI: Debes tener ciertamente mal tu correo porque yo no he recibido ninguna historieta del TBO. Y de Rafael Ibarbia qué te voy a contar… la de veces que me acordé de «sus castas» en muchos días, hasta que se me pasó el cabreo. Porque aunque con los arreglos de Enrique salimos del paso, seguro que los de Ibarbia hubieran sonado muchísimo mejor.

    JOSE ANTONIO: NO sabía yo lo de tus visitas al Constantinopla (que era como se llamaba en realidad, creo, según África Puente me dice)

    AFRICA PUENTE: Muchas gracias por actualizar mi memoria y estas historias de Ceuta, que estaría mal que pasaran a la posteridad mal interpretadas. Voy a hacer ahora mismo unas correcciones al final del post.

  7. Lo he vuelto a enviar, a mi me sale que se ha enviado correctamente, a ver si lo he mandado a otro caberna que haya por ahí, si me escucha que me lo devuelvaTengo una duda, ¿Africa Puente se llama de segundo apellido Cristo?, porque yo conozco a alguien que tiene ese apellido, Angel Cristo no, que ese es griego y el Cristo le viene de Cristóbulo o algo así, es que si fuese su apellido sería bastante evocador su nombre.

  8. ¡Que noooo! El Constantinopla ¿no era el que estaba por la Carretera Nueva?

    • En la parisiana estaba el costantinopla. En la carretera nueva,
      cerca del tarajal estaba el solimar. En ellos trabajaron mi padre y varios amigos suyos. Eran musicos y desde los años 50 hasta que cerraron, eran ellos los que formaban las orquestas de estos cabarets

  9. Jajajaja Caberna has hecho que me parte de risa, gracias.

  10. No, no, compadre, creo que África tiene razón. Ya cuando lo estaba escribiendo dudé porque lo de Constantinopla me sonaba bastante, llamé a mi compadre Jose que suele acordarse mejor de las cosas… pero ya estamos mayores, tío y la memoria es flaca (será lo único flaco que tengo). Además ella lo cuenta con pelos y señales, hasta me dice que ahora hay allí un instituto.

  11. Y otra cosa: El día 22 de octubre a las 8 de la noche, mi compadre Milano da una conferencia en la casa de Ceuta en Cádiz. ¡¡¡MARIQUITA EL ÚLTIMO!!!

  12. Hay que reconocer que el nombre del burdel es ideal, y muy propio, y la cuesta igual. Si nos vamos a los años cincuenta podemos ver un Haddu y una cuesta con otra historia. Una vida distinta de libertinaje en plena dictadura. Ahora la cuesta ya os dije que es distinta, pero creo que conserva el olor a anis y a coñac y la música de entonces, y algun que otro corsé desperdigado…

    Al menos a mi me gusta verla asi.

    Pero es ques o soy una romantica perdida.

    Curiosamente hoy es el dia en contra de la prostitucion ( ir a mi blog) pero el Constantinopla es como la Ceuta antigua.

  13. Por cierto , en que cae el 22 de octubre?

  14. ÁFRICA: Es cierto, me llamó la atención anoche, mientras leía tu post sobre la prostitución (buenísimo, amiga) el hecho de que se mezclara el Constantinopla por en medio; pero como tú muy bien dices, eso pertenece a la Ceuta antigua.
    ¡Ah! y el día 22 es miércoles, lo tenemos un poco chungo, mejor sería si fuera viernes o sábado. Pero yo, aunque el jueves 23 dé mis clases con algo de sueño, no puedo dejar de estar en Cádiz para dar un abrazo al Milano. Entiendo, que desde Ceuta lo tienes más difícil. No importa, si no puedes ir, yo te contaré cómo estuvo.

  15. África, ese día 22 hablaremos precisamente de estas cosas (…no de burdeles, me refiero a cosas de hace 40 años), de cuando en calle Terraplén había un tesoro, y en el kiosko de la esquina había una mina que iba a explotar… hablaremos de eso, de nuestra patria noble.

    Me hace mucha ilusión veros y daros un regalito… y además, ROSI (y gente de semejante ralea) estarán en primera fila.

    Por cierto… por esa cuesta vivía Adelaida y al final había un lugar muy cochambroso donde vendían vino tinto peleón a granel. ¿Os acordais?

  16. Síiiiiiiiii, se llamaba España Vinícola y era una bodega antigua que vendía un vino del Priorato muy rico, yo lo compraba cuando vivíamos en El Tarajal (hasta el año 1980 que yo me vine de Ceuta, existió; luego ya no sé cuando desapareció esta bodega).

  17. Ya no está, ahora es un barrio que se llama Miramar, pero me acuerdo de España Vinícola. Al final sois vosotros los que me rescatais la memoria.

    Que pena que sea un miërcoles la conferencia.

  18. Siento no poder saludarte ese día; seguro que habrá otra buena ocasión…
    Hasta entonces sigamos con las letras, siempre interesantes.

  19. como siempre llego tarde tiempos del contatinopla que todo el que tiene pito sopla recuerdo el primer travesti alli fue de escadal y la paliza que le diron tambien al pobre si como muchos uno tambien andaba por hay y otros sitios por sierto os acordais de eso de en que se perese la iglesia de jadu al ombligo de una niña

  20. […] de Secundaria  nuevo se alzaba en mi tierra, un Instituto en medio de  una huerta y bajando la cuesta Parisiana, lugar que cuando Ceuta era distinta,  estaba poblada de mujeres de vida alegre, de hombres que […]

  21. Yo vivia encima del cabaret,justo al lado de D,Conrado(el medico) alla por los 70,nosotors en verano nos aupabamos uno encima de otro para ver por una pequeña ventana que daba al callejon.
    A la encargada le decian Nusca,abreviado de nadiuska,por aquel entonces mi padre tenia el bar del Cine Astoria…
    cuantos recuerdos…gracias.

  22. Me gusta de vez en cuando repasar las entradas antiguas, porque hay verdaderas joyas literarias, por parte del bloger, como por los comentaristas que habría que reeditarlas. Esta es una de ellas, no puedo por menos que evocar alguna película de cine negro para comparar; aunque falta la chica, podríamos perfectamente situar la acción en el Holliwood de los años cuarenta, cuando el compositor y cantante en sus comienzos acude a los entendidos, y éstos le dan de lado, y al final el chico triunfa y los demás siguen en la cloaca, y son estos los que acuden a solicitar los favores del triunfador, ayudándoles a todos a formar un grupo musical y hacer composiciones para la Metro, o para la Paramount…¡ Jó, que maravilla!

    • Bonito cuadro… Sí, es verdad que tiene cierto sabor a esas películas americanas de los años cincuenta.
      Me gusta eso de releer entradas y comentarios antiguos… tiene su «puntito».
      Un abrazo

  23. El nombre de la encargada era , ya que fallecio Anusca , de Ana.
    Efectivamente el cabaret se llamaba Constantinopla.
    Y me parece que muchos de los que han escrito los post anteriores , solo conocian al cabaret y a (Ana) Anusca, de haber pasado por la cuesta en coche , me parece que ni siquiera andando.
    Anusca, (Ana), era una gran mujer que alimentaba a un monton de familia y niños pequeños y les compraba medicinas y les pagaba el medico, es una pena que nadie investigara su procedencia y su vida pues seguro que se podia escribir un libro.
    De jovenes, terminabamos alli , ya que era lo unico que estaba abierto en Ceuta, a tomar la ultima copa en el Constantinopla ( quiero recalcar que solo a tomar la ultima copa y ver el pase del espectaculo).
    Alli nos recibia Anusca y a demas » cuidaba de nosotros» como habia todo tipo de personas cuando alguno se metia con nosotros buscando organizar una pelea, ella imponia su autoridad y decia que eramos sus invitados, y que alli se iba a » beber o a joder» y si molestaban los echaba a la calle
    El caso es que tenia una gran autoridad y todos la respetaban.
    Alli, no necesitaba los clasicos chulos de seguridad, se puede decir que los clientes eran los habituales, todos nos conociamos y todos nos respetabamos.
    Grandes recuerdos y un beso a Anusca , estes donde estes.


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