Dos añitos.

Sí, ya cumplimos dos añitos de bloguer y sigue maravillándome esta cosa. Cada día descubro -o me descubren- gente a la que hacía mil años que no veía. Al mismo tiempo, voy logrando hacer nuevas amistades, cosa más que difícil a mi edad (no soy ni me considero viejo, pero me reconocerán “vuesas mercedes” que cuando teníamos veinte años era más fácil…)

Ayer mismo hablaba con mi cuñado Fernando, médico de profesión, que estaba interesado en crear algún espacio donde exponer las cosas propias de su profesión y poder al mismo tiempo intercambiar opiniones con otros colegas. Dentro de mis cortas luces en estas cuestiones, le hablé de la posibilidad de abrir un blog. Le estaba hablando de las bondades de “bloguear” (si es que existe este verbo y si no, habrá que crearlo) y al mismo tiempo estaba pensando en lo que suponía para mí…

Ya sé (porque lo leo por ahí casi constantemente) la parte negativa… Dicen que esto de publicar cosas en internet tiene mucho de exhibicionismo, que la gente no tiene pudor alguno en contar cosas personales, que si es igual que lo que hacen otros de ir a programas de televisión y lavar allí, delante de las cámaras, todos sus trapos sucios… Yo, que la verdad soy muy pudoroso para mis cosas, siempre estoy un poco en el filo de la navaja, pensando en todo esto.

Pero por otra parte prefiero -la mayoría de las veces- ver el lado bueno. Ya digo que se cumplen ahora dos años desde que entre unos y otros me convencieron para que abriera un blog (y me enseñaron cómo) y lo cierto es que he tenido experiencias muy agradables. Por ejemplo, ahora tengo más contacto con amigos e incluso familia a los que no puedo ver con frecuencia; también he conseguido hacer alguna amiga nueva con la que no he hablado nunca cara a cara (y esto es algo prodigioso que ha conseguido el blog). Y bueno, en general me parece un gran adelanto en las relaciones humanas el hecho de poder entrar en el blog de un desconocido, enterarme de lo que piensa sobre alguna cuestión y después poder opinar al respecto, con la posibilidad de que me conteste e intercambiar así puntos de vista. Es maravilloso siempre que se use bien.

Una de las últimas sorpresas agradables ha sido el reencuentro con Alberto Nuñez, un viejo amigo con el que compartí tiempos de estudiante de magisterio y al que le había perdido la pista hace muchos años.  Hablaré de él –largo y tendido- en una próxima entrada.

Pues bien, estas letras de hoy (no sé si muchas, tal vez…) sirvan para expresar mi apoyo a esta cosa de los blogs. También quiero agradecer a los amigos -como Santi, como mi hermano Jose Antonio, como Rosi, como Yo Mismo, que me envíen cosas para publicar, pues es bonito sentir que este espacio no es sólo mío. Ya sabéis que tampoco escribo mucho, pero me gusta venir por aquí de vez en cuando… como con tantas cosas en mi vida.

En fin, en este momento de la sobremesa en que me estoy fumando un buen habano, levanto mi copa y hago un brindis (con el monitor de mi portátil donde os creo alojados) por estos dos años.

Salud, compañeros.

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