Un mosquito se pasea cerca de mi oreja. Debe andar ya un buen rato por aquí, buscando su alimento, cuando su inconfundible “psssssss” me despierta. Me levanto y me acerco a la terraza. Son las siete de la mañana y aún es noche cerrada. Mientras me rasco la oreja -el puñetero me la ha puesto como un tomate- voy a buscar la cámara de fotos procurando no hacer ruido.
Vuelvo a la terraza. El horizonte más puro -esa delgada línea recta donde el cielo y el mar se juntan o se dividen, según se vea- empieza a tomar tonos morados. Sé –como cualquier bicho viviente- lo que va a ocurrir en la próxima media hora, pero quiero disfrutarlo como si nunca lo hubiera visto; hoy quiero darle la importancia que tiene.
Los colores más oscuros del momento más negro de la noche, justo antes de amanecer, se van poco a poco aclarando. Respiro hondo y pienso en cómo la Naturaleza repite esquemas, pues también en nuestras propias vidas, justo cuando todo está más negro, empieza a surgir la luz…
Los tonos malva se irán enrojeciendo para después anaranjarse hasta el radiante amarillo cegador. Sé lo que va a ocurrir, pero hoy quiero disfrutarlo como si fuera la primera vez.
Sentado tranquilamente en la terraza del apartamento alquilado para pasar este puente de la Constitución Inmaculada (nombre que quizá venga porque la Carta Magna aún está sin modificar), me dispongo a ir robando digitalmente todo lo que pueda a este amanecer. Mientras tanto, algunos barquitos de pesca -que desde el duodécimo piso parecen aquéllos de juguete de mi infancia- van pasando por delante de mis ojos; el sonido de sus motores y la brisa que me llega me arrastran nostálgicamente a otras traíñas y otros olores a limo perdidos ya en el tiempo. El mar -negro hasta hace solo un momento- va volviéndose gris plateado para pasar en seguida a su natural azul mediterráneo. En el cielo, algunas nubes moradas se han enrojecido para dejar, después, un rosado algodón de feria que se estira pegajosamente formando hilos blancos frente a las pavanas que se desperezan cerca de la playa y me lanzan sus cánticos mañaneros…
Como por arte de magia, una bombillita amarillea el horizonte emergiendo del mar. Poco a poco, el pequeño globo surgido se va inflando y levantando por encima de la bruma. Todo se inunda de una luminosidad suave y clara, preciosa, con esa velocidad constante pero lenta, acompasada como una sinfonía de Mozart, que ayuda a empezar el día despacio, sin prisas, sin sobresaltos, con la calma necesaria que debería presidir cualquier cambio en la vida.
Del mar empiezan a saltar -como chispas de soldadura- millones de puntitos blancos que no me permiten ya mirar directamente. La cegadora luz sureña se ha instalado.
Hacía años que yo no amanecía así, con toda la mar delante, como testigo de excepción, en primera fila, con el Sol como protagonista, entre el cielo y el mar.
Sabía lo que iba a ocurrir, pero no recordaba lo bonito que era. Hoy he visto amanecer y me he alegrado de estar vivo para disfrutarlo. He querido compartirlo con las personas que me leéis.
Un abrazo y que el nuevo día os traiga un buen trozo de felicidad a todos y a todas.
Simplemente…una maravilla!! Entre cómo lo relatas y las fotografías…uhmmm…para poner la piel de gallina.
Que preciosidad!! Gracias por compartirlo, caberna. Ya me llevo mi trozo de felicidad de hoy 🙂
Un besazo.
By: Gebirg on 10 diciembre 2009
at 08:27
De nada, hermana, el placer es saber que estás ahí, leyendo mis cosas.
Por cierto, voy a aclarar para quienes no lo saben que tú no eres monja, y que eso de llamarte «hermana» es una costumbre de hace un porrón de años, cuando estábamos ambos cantando en aquel grupo de Ceuta llamado «Hermanos de Nuestra Tierra» (que tampoco era de religiosos, aunque cantamos más misas que el mismísimo Papa de Roma, ¡toma!).
Un beso.
By: caberna on 10 diciembre 2009
at 21:05
Es verdad, compadre, se nos olvida que cada amanecer es un pequeño-gran milagro… y haces bien en recordarnoslo. UN abrazo.
P.D. Eso va mucho mejor… lo de las fotos, digo.
By: Milano on 10 diciembre 2009
at 09:37
Pues sí, compadre, y eso que no creo en los milagros, pero es cierto que si alguno existe es éste de cada amanecer.
Jejejeje, gracias por los ánimos que me das respecto a lo de las fotos, aunque de todas formas sé perfectamente que no saco todo lo que mis ojos estaban viendo y querrían conservar. Me conformo con estar rodeado de artistas de la cámara como El Javi, Gebirg y tú mismo.
Un fuerte abrazo.
By: caberna on 10 diciembre 2009
at 21:11
De pequeños veíamos la escena del rayar el día, pero nos contruyeron un bloque delante, y se acabó el espetáculo, aquello se convirtió en la «Alborada del Gracioso».
Los días de invierno, tan solo había que incorporarse un poco de la cama…, y alli estaba ella, Homero la llamaba: » la aurora, la de los bellos cabellos dorados «.
Tenemos la fea costumbre de no ver la belleza en lo cotidiano, y en los días de asueto, el despuntar del día se convertía en la lucha de nuestra madre para que nos levantáramos: «vamos, arriba, que lo que brilla en el cielo no es un lucero».
Muchas gracias por la bonita y sosegada entrada.
By: Santiago on 10 diciembre 2009
at 21:18
Es verdad, vecino, en nuestro pequeño mar había -y sigue habiendo- unos amaneceres de película, pero el bloque aquel los tapó y había que desplazarse hasta la carretera para verlo. De niño, lo que más me impresionaba de las mañanas esas sin colegio era la luz que se reflejaba en el mar y recién levantado no te permitía abrir siquiera los ojos. ¡Ah, qué luz la de nuestra bahía Sur!
Se nos olvida la belleza de tanto tenerla cerca… Amanece cada día y por eso no le prestamos la importancia que tiene, pero… ¿Y si no amaneciera un día? Oye, a lo mejor te estoy dando una idea para esas historias tuyas tan surrealistas, ¿no?
Un fuerte abrazo, vecino y dile a tu madre que asegure la ropa en el tendedero, que se está metiendo un levantazo de «mucho cuidao»….
Añado esta foto que me manda «Yo mismo» http://picasaweb.google.es/caberna53/AmaneceEnMiPlaya#5413971568654606706
By: caberna on 11 diciembre 2009
at 14:35
No hay cosa mas bonita que ver de amanecer.
Sobre todo si se tiene una «»maquina de retratar»» y una buena «»stilografica»» para plasmar ese bello instante.
Por supuesto y una mano firme para que no se derrame el cafelito.
Saludos desde el Sur del Sur.
By: YO MISMO on 11 diciembre 2009
at 00:14
Muchas gracias por tus comentarios, Yo mismo, y por supuesto, muchas gracias por las fotos que me has mandado de ese amanecer tan lindo de nuestra playa. Cada vez que veo esas rocas (el mojoncillo, el brazo, la portería, la isla…) se me mueve algo muy profundo por dentro; debo estar haciéndome viejo porque la nostalgia me puede.
Si no te importa, voy a publicar aquí esa foto, porque significa mucho para mí y también para los caballas que nos leen. Las subiré y pondré un enlace.
Aquí puede verse (espero y deseo)
http://picasaweb.google.es/caberna53/AmaneceEnMiPlaya#5413971568654606706
También te escribo un correo privado.
Abrazos odoneros (para los que no lo sepan, significa «de la barriada de O’donnell)
By: caberna on 11 diciembre 2009
at 14:41
Son unas fotos estupendas. El artista eres tú. Un abrazo
By: Javi on 11 diciembre 2009
at 00:16
Que más quisiera yo, querido Javi, que poder «ver lo que tú ves y dejar constancia digital de ello», pero me conformo con que lo que sale no salga muy borroso. ¿Pa qué más? ¡La familia y los amigos me lo perdonan tó!
Un beso, hijo, y dispara (la máquina, ya sabes) a todo lo que se mueva, incluso a lo que no se mueva.
Te añado esta foto de la playa de mi barrio al amanecer, que me envía un buen amigo de Ceuta, cuyo nick es «Yo Mismo»
http://picasaweb.google.es/caberna53/AmaneceEnMiPlaya#5413971568654606706
By: caberna on 11 diciembre 2009
at 14:45
Hermano:(Y yo si soy verdadero aunque
algunas veces haga de cura de pueblo)
¡¡Preciosas las fotos!!
Buena exposición de lo que pasa cada
dia.El milagro se produce y una gran calma
entra en tu cuerpo.
Todo perfecto menos el mosquito traidor pero
al igual que cuando un ladronzuelo nos ataca
la respuesta bondadosa es ¡Pobrecillo,tambien
tiene que comer! para justificar su maldad.
Un abrazo.Te llamaré «al privé» un dia de estos.
By: José Antonio on 11 diciembre 2009
at 12:59
¡Hombre, el melillero! (perdón, quiero decir el melillense, que melillero era aquel barco que pasaba por delante de nuestra casa echando un humo negro terrible y dejando un rastro que se podía seguir desde Las Bahamas, razón por la cual era conocido en el barrio como «El barco espía»). Pues digo que me alegro un montón de leerte por aquí y de saber de ti.
Pues sí, es un gustazo poder sentarte simplemente a ver amanecer. Lo que pasa es que hay que estar de vacaciones o que sea sábado… Pero cuando estás en casa no se te ocurre, por eso he aprovechado este puente… que como ya sabes acabó un poco con sustito familiar incluido y nervios y hospital y tal y tal… Pero nada, como siempre hay que pensar que bien está lo que bien acaba y después de unas horas con el abuelo en observación, pues de nuevo a casa y a seguir como antes… con sus cosas, ya sabes, es que son 90 años los que cumplirá ya mismo. En fin, de cualquier modo, como no me alejé mucho (por si acaso) surgió el por si acaso y pude correr dejándome la comida por delante. Es la vida y hay que tomarla como viene, que además viene casi siempre muy bien, pues soy un privilegiado (hay gente que se muere cada día sin agua ni alimentos).
Un fuerte abrazo y llama cuando tengas un rato. Yo no lo hago porque temo pillarte con la tienda llena.
Besos a Charo y dile que se cuide mucho, que la vida es bella y hay que disfrutarla como sea, contra viento y marea de levante si es preciso.
Por cierto, mira esta foto que me envía un amigo de CEUTA y que escribe en el foro con el nombre de YO MISMO http://picasaweb.google.es/caberna53/AmaneceEnMiPlaya#5413971568654606706
By: caberna on 11 diciembre 2009
at 14:58
Vaya con el susto hermano.Todavía se
sufre más en la distancia porque no ves
exactamente qué está pasando.Iré en
cuanto pueda pero ahora ya sabes lo que
tengo encima,trabajo y más trabajo.
La foto de YO MISMO te traslada a la niñez.
Buscando lapas y cangrejos entre el verdín
resbaloso de los musgos y los olores a sal
y tambien a los desagües del Hospital Militar.
(esto último no es muy poético pero tambien
formaba parte de la carta de olores.)
Espero que te vaya bien dentro de lo que cabe.
Nosotros pasamos el riesgo y ahora se valora
la vida de otra manera.
Un beso fuerte para Luci y otro para tí.
By: José Antonio on 14 diciembre 2009
at 11:07