A veces el blues se hinca de rodillas, se humilla y le reza a estos dioses para que lo engrandezcan. Después, derrotado, abatido, se sienta a escuchar vestido con sus mejores galas. También de etiqueta, el Sol, generoso, se oculta aunque sean las tres de la tarde y deja paso a una noche inmensa, de un azul intenso, eléctrico. En el centro del escenario, la Luna -galáctico foco- ilumina a Erik Clapton mientras éste va destilando nota a nota la esencia del blues. A su lado Mark Knopfler le sigue de puntillas por el camino mágico hacia la feliz y eterna música. Los pasos los marca Phil Collins desde la batería. Es el blues en estado puro. Así suenan estos dioses de la música. En seis minutos y cincuenta segundos se puede alcanzar la gloria eterna… ¿Para qué más religión?
Dejad que el sonido se os cuele por los poros de la piel y que lo disfrutéis. Amén
Dulce, fuerte, terrible, desgarrador… tierno, duro y flexible. Gracias Caberna por el regalo.
By: Africa Puente Cristo on 25 agosto 2009
at 21:06
¡Jodeeeeeeer!
By: Milano on 25 agosto 2009
at 23:10
Hoy me ha tocado a mi empezar el día con buen pie!! 🙂
Gracias por éste despertar!!
Me encantan los tres: Collins, Clapton (quizá más que ninguno…) y Knopfler y…nunca había disfrutado de los 3 a la vez. Fantástico este blues.
Ea…! Disfrutemos…!!!
Un abrazo
By: Gebirg on 26 agosto 2009
at 06:19
Gracias a los tres por participar.
¡¡¡Que la música os bendiga!!!
By: caberna on 26 agosto 2009
at 17:16
Él se hacía acompañar de un rabel y entonaba dulces y bucólicas melodías.
Ella desde las altas almenas del castillo, divisaba al pastorcillo en la hondonada, rodeado de sus ovejas. Ansiaba, desde la lejanía, entender la poesía que manaba de sus labios.
Entornaba los ojos y agudizaba los oídos y el sonido fué aumentando y sintiéndolo en todo su ser. Y se vió en medio del prado rodeada de gentes gritando y saltando y al pastor subido en un escenario rodeado de teas incandescentes y extraños aparatos que exhalaban los sonidos más inverosímiles.
Erik Clapton le mandó un beso soplando en la mano, al tiempo que sacaba aquella desconocida música en su extraño rabel.
Desconocida; pero que llenaba el aire de libertad.
By: Santiago on 26 agosto 2009
at 19:42
Santi…me encantó!! 🙂
By: Gebirg on 26 agosto 2009
at 20:44
¡Y a mí también!
By: caberna on 27 agosto 2009
at 19:39