Posteado por: caberna | 19 julio 2009

Insomnio

No podía dormir. Le pesaban los ojos de cansancio pero no podía dormir. Había pasado gran parte del sábado ocupado intentando rellenar con pasta los agujeros del deteriorado suelo de mármol del salón de su casa. Después pasó la máquina de pulir que había comprado. La tarea le había dejado el cuerpo bastante molido y lo normal a las dos y media de la mañana era estar durmiendo. Pero no podía dormir.

Insomnio

En el silencio de la habitación y mientras notaba la respiración acompasada de su mujer, vagaba de una emisora a otra de su pequeña radio. Oía una actuación en directo de Presuntos Implicados con su nueva cantante y pensaba que le gustaba más la otra, la de antes, así es que viajó en el dial hasta pararse en un programa de misterio que le aburrió misteriosamente y que abandonó igualmente para ir a parar en un quejío lamentable que intentaba ser una soleá que un mal guitarrista aporreaba casi a las tres de la mañana en algo llamado flamenco.com, que el único punto que le dio fue lograr desvelarlo del todo al preguntarse -en medio de esa duermevela en la que flotas cuando ni duermes ni dejas de dormir- qué puñetas hacía oyendo aquéllo y a esa maldita hora.

Decidió levantarse y bajar al ordenador a intentar relajarse un rato escribiendo. Abrió el blog que solía atender casi a diario y de pronto se dio cuenta que llevaba dos días sin visitarlo y que tenía seis comentarios sin haber dado la respuesta oportuna. Era en eso bastante meticuloso, pensaba que era una descortesía por su parte dejar de contestar a los amigos que tenían la deferencia de enviarle comentarios a las chorradas que escribía. Así que dio oportuna respuesta a cada uno procurando ser amable, cercano y hasta soltando alguna gracieta. Entre los comentarios le decían que ya estaba bien de escribir obituarios y que procurara hablar de personajes vivos. Aprovechando esta cuestión, él, que era muy ocurrente, incluyó en sus respuestas un par de chistes -de discreto gusto, la verdad- sobre el tema. Al mirarse en el cristal de la ventana vio una especie de mueca burlona que asomaba a su sonámbulo rostro y de pronto apenas si se reconoció. Aquella imagen le desconcertó y le dio un poco de miedo. ¿Quién era aquél? Él debía estar durmiendo. ¿Le estaría ocurriendo como a esos programas de ordenador que actúan en segundo plano y sin que tú los ejecutes?

Decidió no hacer caso a estas sensaciones y enviarse de vuelta a la cama sin más.

A la mañana siguiente, se despertó bastante tarde y bastante espeso. Los ojos le pesaban igual que la noche anterior y la niebla de la Almadraba de Ceuta le llenaba la cabeza. Cuando bajó y entró en su cuarto vio el ordenador encendido. Tenía una página de word abierta con solo tres palabras: «No puedo dormir».

Entonces recordó lo de la noche anterior. Abrió el blog. No había respondido a los comentarios de sus amigos en el último post. Pensó que seguramente todo había sido un sueño. Sin embargo, en el monitor, el cursor parpadeaba inquietante detrás de aquel lacónico «No puedo dormir…»

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Respuestas

  1. Vaya! Pues yo te estaba acompañando en lo de Presuntos Implicados y pienso igual que tú. Me gustaba más la cantante anterior 🙂
    Solo que yo…me quedé fritilla!.
    Que malo debe ser eso del insomnio. Más aún si estás un poco agotado.
    Espero que hoy te recuperes con una buena siesta y…a dormir tempranito, si este calor te deja, claro.
    Un besote,

    • Hola, Gebirg. Ya te he detectado en tu nuevo (para mí lo es) blog. Todo gracias al mago de Milan que no sé cómo, pero se entera de todo, el tío. Y ya te he dejado alguna parrafada por allí. Por cierto, me gusta mucho; tiene un aire de tranquilidad… Lo utilizaré en la próxima noche que ande insomne dando vueltas por Internet.
      Un beso y que no pases musssha caló.

  2. Los misterios del sueño son insondables. Cuando más cansado está uno, más trabajo cuesta dormirse. ¿Y los sueños?. ¿Quién es capaz de dar una explicación científica de lo soñado?
    El otro día soñé que sonaba el despertador-móvil y lo apagaba, y, claro, me desperté, yo suelo apagar el teléfono para que no suene más, al llegar a la cocina veo en el microhondas que eran las cinco de la mañana, me volví a acostar, y como estaba apagado el despertador-teléfono, pués eso que me levanté bastante tarde.
    Buén relato brico-onírico, ni Freud ni Yung lo hubieran explicado mejor.
    Un caluroso abrazo.

    • Muy bueno lo del relato brico-onírico, vecino. Pues sí, con los sueños pasan cosas muy curiosas. A veces son como cajas que contienen otras cajas dentro y así sucesivamente, como aquellas muñequitas rusas.
      Cuidaros de este calor, que ablanda las molleras.
      Un abrazo a los dos.

  3. ¡Pues esta noche me ha pasado a mí! Y lo peor es que estaba obsesionado con dormir, dormir y dormit. Porque hoy… sí, sí: hoy, querido Caberna, estoy trabajando. ¡Coooooontra!

    • Vaya, compadre, la verdad es que el insomnio de una noche es mucho más jodido si tienes que trabajar al día siguiente. El único consuelo es que la siesta habrá sido mucho más placentera, ¿no?
      En cualquier caso, la noche se hizo para dormir… si nos dejan.
      Un abrazo y felices sueños.


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