Hablábamos en la calle. Le preguntaba a un amigo cómo le iba con sus alumnos. Él ha regresado al instituto después de cuatro años como docente en un ciclo superior de Formación Profesional. Joaquín me comentaba que a su vuelta había encontrado a los chicos y chicas de la ESO peor que cuando se fue. En dos minutos me hizo una descripción muy gráfica pero bastante acertada –a mí entender- sobre la situación actual:
“Si explicas en clase dirigiéndote a todo el grupo de alumnos, te atienden tres chicas. Si vas uno por uno, se enteran de las cosas mejor, pero las ideas se les quedan durante tres minutos, no más. Tienen memoria de pez”.
Cuando nos despedimos, me fui cavilando…
Haciendo un diagnóstico rápido y desde luego muy poco científico, pero para el que no hace falta ser ningún experto, podría hablarse de:
– Poca capacidad de atención, con aparición rápida de la fatiga.
– Seguramente se parte de un interés nulo por aprender.
– La palabra no les llega, sólo las imágenes: Estadio muy primario –casi primitivo- de inteligencia. Tal vez la televisión haya tenido mucho que ver en esta incapacidad.
– Muy poquita capacidad de abstracción, a una edad en que esta facultad debía estar desarrollada ampliamente.
– Y algo curioso: Las niñas muestran más interés que los niños. Esto es algo frecuente y que corrobora el dato de que el fracaso escolar sea mayor en los chicos (un 36% frente a un 25% en las chicas) según un informe que leía hace poco.
Creo que no se está educando la capacidad de esfuerzo desde pequeños, desde la Educación Infantil y luego en Primaria. Hoy en día, al alumno hay que darle todo absolutamente “masticado” para que no tenga que hacer el mínimo esfuerzo.
¡Ojo! NO estoy reivindicando la enseñanza memorística clásica. Eso estaría en un extremo ya conocido y del que salimos felizmente huyendo. Pero en el otro extremo está el que se haya instaurado en la sociedad en general el principio de aprender sin esfuerzo. Estamos muy acostumbrados a oír y ver esos anuncios publicitarios con reclamos parecidos: “Aprenda matemáticas sin esfuerzo” o “El inglés sin esfuerzo en dos semanas”, etc, etc.
¿Quién ha dicho que para aprender no haga falta esfuerzo?
Entendámonos: Ahora los chicos tienen a su alcance (a un clic de ratón) toda la información en diez segundos, cuando antes teníamos que perder mucho tiempo y darnos grandes caminatas recorriendo bibliotecas. Pero para que esa información se convierta en conocimiento es necesario un esfuerzo. Si no hay esfuerzo intelectual no hay aprendizaje, nos pongamos como nos queramos poner.
Claro que esto es solo una caricatura hecha con cuatro trazos, pero a veces una caricatura nos ofrece una imagen bastante cercana a la realidad.
A lo mejor es eso, memoria de pez…
By: Africa Puente Cristo on 15 abril 2009
at 22:38
Todo esto visto desde fuera… o sea, desde muy fuera de la docencia.
Yo también me asombro de lo poco que «conocen» los chicos de hoy, y de lo poco interesado que aparecen a nuestros ojos…
…y me acuerdo cuando nuestros padres se quejaban de que a nosotros no nos enseñaban la lista de los reyes godos… Y nosotros pensábamos: ¿Para qué puñetas servirá conocer esa lista?
Pareciera que en cada época la educación está fuera de punto, desequilibrada, sujeta a vaivenes extremos, desajustada a su tiempo… Tenéis los docentes una patata escurridiza entre las manos; una cosa viva, en crecimiento, siempre en equilibrio inestable…
Creo, querido compadre, que jamás podréis estar satisfechos. Trabajáis con materia viva y con percepciones muy-muy-muy subjetivas, empleando la ultimísima invención humana: el lenguaje…
La lengua, ¡quillo! qué cosa tan extraordinaria… últimamente estoy leyendo cosas sobre neurociencia, y precisamente, mira que ha escrito Álvaro sobre tal cosa:
http://4magnificossinradikal.blogspot.com
En un momento del video, el tío habla de la música y se pregunta si los músicos ven colores en cada nota… me acordé de mi compadre. Y seguro que tú ves muchas más cosas en cada nota que otros mortales. Si tienes unos minutos, no te pierdas el video… tal vez sirva para comprender mejor que la percepción del profe y del alumno sean tan distintas que explique el desinterés…
Un besito decente… digo, docente.
By: Milano on 16 abril 2009
at 07:55
África: La metáfora de la memoria de pez no sé si será muy válida, pero lo cierto es que si no hay cada día una pequeña ración de esfuerzo intelectual, la especie humana irá perdiendo capacidades a pasos de gigantes. Observa el lenguaje de los jóvenes, cada vez con menos palabras, y el lenguaje no es más que la expresión de lo que hay en la cabeza…
Pero decir esfuerzo no conlleva nada desagradable ni pesado para nada. Si hay una motivación previa, si se despierta un interés por una cosa, el esfuerzo que acompañará a su consecución no será en absoluto penoso. Esa es la labor del docente, convertir en fácil lo difícil y en agradable lo feo. En eso llevamos toda la vida (tú también, que sé que andas siempre metida en talleres con jóvenes).
Un beso y gracias por leerme, amiga.
By: caberna on 16 abril 2009
at 20:12
Compadre Milano: Me he chupado de un tirón el vídeo que me envías. Es genial, bueno es Punset y con eso se dice todo.
Había leído cosas (en la carrera) sobre la sinestesia y las personas sinestésicas, por cierto, consideradas durante mucho tiempo como anormales. Y es verdad que probablemente todos seamos un poco sinestésicos al nacer y que luego la educación institucional nos haga ir perdiendo esa facultad.
No, yo no veo colores en la música a no ser que provoque esa sensación, quiero decir que puedo buscarla, que no surge espontáneamente. No, no soy sinestésico, pero cuando hice el curso de especialización en música para el colegio, una profesora nos enseñaba a ver paisajes y colores en las sinfonías. Sí, esas conexiones del cerebro están ahí, pero dormidas; sólo hay que despertarlas con algunas técnicas. La diferencia es que el sinestésico nace así y ve el 4 cuando oye la palabra «jueves» y ve el color rojo.
He pasado un rato buenísimo con el vídeo. Gracias por ello, compadre.
Por cierto, qué bien escribe el puñetero Álvaro. De tal palo tal astilla.
No dejes de mandarme estas cosas que me hacen aprender.
Un abrazo.
By: caberna on 16 abril 2009
at 20:22
Yo no sé quiénes serán los culpables, si la familia, la sociedad, los enseñantes, que permiten que unos chavales de diversas edades pierdan el tiempo en darle coces a una pelota durante todas las tardes del año hasta que anochece, o tomando como bárbaros una placita y convirtiéndola en una pista de patinaje salvaje, sin dejar a los abueletes que descansen, que ya no se atreven a salir a la calle, por miedo a un balonazo o se lo lleven por delante un Fernandez Ochoa de pacotilla.
Muchas veces les recrimino a los padres la actitud de esos jóvenes, y como permiten su comportamiento, cuando deberían estar estudiando, repasando o leyendo, o cualquier actividad más intelectual, y me dicen: que tienen que desconectar de la rutina de los estudios.
Yo creo que hay una dejadez por parte de todos, que hemos pasado de aquél «la letra con sangre entra», al «que entre cuando quiera» (el niño).
El compadreo con los profesores, la vestimenta, el comportamiento en general, no ayudan en nada a mejorar el sistema.
Al final, el elevado porcentaje de fracaso escolar.
Hagamos entre todos un esfuerzo para acabar con la cultura del ocio, y defendamos la cultura del esfuerzo y el sacrificio.
Un abrazo para todos los que nos v-l-ean.
By: santiago on 16 abril 2009
at 21:53
¿Dónde hay que firmar, amigo Santi?
Oye, me gusta eso de «los que nos v-l-ean»
Un abrazo.
By: caberna on 17 abril 2009
at 17:59