En estos tiempos, en que todo se basa en el uso que hagamos de las nuevas tecnologías, en que el que más sabe es aquél que triunfará sobre los demás mortales, quisiera retrotraerme a la época de la mili, en la que no existía internet ni siquiera ordenadores, o aquellos que salían en los concursos de TVE, que utilizaban unas tarjetas perforadas en unos ordenadores gigantescos, y Federico Gallo escogía una al azar, y salía el ganador de dichos concursos. Y las dos ruedas girando, cual casetes como armarios empotrados, que salían en todas las películas de ciencia-ficción.
Yo lo que quiero contar, antes de irme por los cerros de Úbeda, que tampoco sé por donde están, aparte de no saber muchísimas otras cosas, es, ¿por qué puñetas, me reclaman desde Ceuta para hacer el Servicio Militar, y tengo que abandonar un trabajo en la central de una importante empresa a nivel nacional con sede en Madrid, en la que todo el mundo me quería y apreciaba mi trabajo, y viviendo en casas de mis familiares como en mi propia casa.
Todo esto viene a cuento, a causa de ver unas fotos de la playa de Camposoto que coloca Milano en su Blog, y me ha venido a la memoria aquellos tiempos del cuplé, en que el teniente Pérez Blancas nos llevaba a pasear por los contornos del Campamento Militar CIR 16, y me decía, que como caballa tenía que ser el mejor de la compañía, si no, no había permiso para ir a ver a la novia, me las hizo pasar un tanto negras aquél Blancas, ni siquiera porque fuera amigo de su hermano.
Nada más llegar a Ceuta a Montesa nº3, todavía no tenía el pase pernocta, a las tres de la mañana tocan botasilla, como recluta recién llegado no sabia lo que era eso, y siguiendo las indicaciones de los veteranos, me puse el correaje, cogí un fusil y salí corriendo hacia el hangar, en el cuerpo de guardia nos sorprendieron los Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía y el el tte. Coronel Zabal, (el macho), con caras de circunstancias los tres elementos. Un cabo 1º, se le cayó la toalla que llevaba como toda vestimenta, y siguió corriendo hacia los tanques y los blindados, sin darle la mayor importancia. Una vez formados en el patio de armas, oliendo el nauseabundo humo de los combustibles, a punto del desmayo, la consabida arenga a las tropas somnolientas.
El tte. Coronel Don José Zabal y López de Ballesteros, cuya malograda y maravillosa hija todos recordaremos con cariño, aquella chica que me encontré una vez, con la también apreciada amiga Amparo (la gebirg), en Algeciras, vísperas de una Navidades, que me tuvieron por toda la ciudad buscando regalos por los comercios, y unos niños por los altavoces cantando, «capitán, capitán, capitán de madera», ya aburrido les dije: -Mirad, os espero en el barco, y así podréis mirad tranquilas los escaparates, hasta luego. Hicimos una travesía de lo más ameno.
Comenzó la citada arenga diciendo: a este cabo que se le ha caído la ropa y ha seguido la carrera sin volverse atrás, que le den un mes de permiso, y al siguiente que le ocurra lo mismo, dos meses de calabozo.
A este descerebrado ambiente llegué del cartesiano Madrid. Yo lo que quería era disparar con los tanques de Caballería, que decían que unos cacharros que pesaban cuarenta toneladas se elevaban un metro del suelo al hacerlo, pero me metieron en las oficinas a escribir recados a la Comandancia General, y ni siquiera corrí mas botasillas (generalas), -el tte. Coronel Santaella que era mi jefe inmediato me lo prohibía- lo principal eran los escritos. Cerraba las puertas y las ventanas cada vez que al macho se le ocurría una machada de las suyas, tenía que correr hasta el Coronel D. Hernando Espinosa de los Monteros y Bermejillos, con su correaje y sus armas reglamentarias.Todo un señor, agradabilísimo con todo el mundo.
Otro cabo que sobrevivía en esa oficina, y era al que tenía que relevar, José Almecija, me enseñó la forma de entrar en el almacén de la cantina de oficiales, por una puerta secreta que daba a nuestra oficina, y surtirnos de los más variados manjares, bebidas, tabacos, todo de las mejores marcas, algunos días no me iba a mi casa, de lo bien que me lo pasaba en el cuartel. Estrategia que yo tendría que enseñar en su día a mi relevo, que era un cabo de Manacor, como el tenista Nadal.
Lo malo de toda esta experiencia, útil y necesaria por otra parte, fue que el puesto que dejé en Madrid estaba tan informatizado que me costaría mucho ponerme a su altura, ya no existían aquellos armatostes de tarjetas perforadas. Federico Gallo, era ahora gobernador de Murcia. Los concursos repartían millones para el mejor, y todos intentaban estar a las diez de últimas.
Aunque no hice la mili en la marina, yo creo que perdí un poco el barco, gracias a aquella absurda manía de hacernos perder un año y medio de nuestra vida en los mejores tiempos de nuestra formación profesional. De todas formas, no guardo rencor alguno, al contrario, fue una buena experiencia.
¡Qué tiempos aquellos amigo Carlos!, quién volviera a revivirlos otra vez, enseguida me iba a dejar que me mandaran al polvorín de Torremocha a hacer la primera y única guardia de mi vida, el día del desfile de la Victoria, porque no sabía desfilar, (como no hacía instrucción), veinticuatro horas allí confinado, te juro que por la noche soñé que nos atacaba el enemigo, me desperté cuando vi la bayoneta calada a la altura de mis ojos. Al otro día me licencié. Qué gustazo.
Santi.
Gracias, amigo Santi, por mandarme este relato, sobre un tema arriesgado, ya que teme uno que lo tachen de abuelito contando historietas. Pero no, has hecho bien, creo que hay que ser valiente y arriesgarse pese a todo, porque las nuevas generaciones no saben lo que era perder ese tiempo maravilloso (14, 15, 18 meses…) haciendo nada, en un momento tan importante y fundamental como era aquél en que debíamos terminar estudios, encontrar trabajo, etc. Cuando se lo cuento a mis hijos, se quedan helados -y eso que no les he contado mucho, por lo mismo, para que no vean al abuelo del TBO-. Lo cierto es que los jóvenes de ahora no saben realmente la suerte que tienen (y no solo por no tener que hacer la odiosa mili).
En fin, gracias por el relato y un abrazo.
By: caberna on 28 octubre 2008
at 20:51
Yo,lógicamente no hice la mili,en mi época las señoritas haciamos el servicio social, yo que era una señorita poco al uso, me mandaron coser ,cuestión que sigo ignorando,ropita de bebé para unas canastillas para familias necesitadas,estuve tres dias , cuando vieron mi habilidad para esas tareas me mandaron a la Cruz Roja como auxiliar de enfermeria,vamos que de eso yo entendia cosa fina,ahora, me sirvio para estar todo el dia de cháchara y para saber lo que no queria ser,enfermera.
By: Rosi Sentís on 28 octubre 2008
at 21:37
En mi «nave» de la Carraca teníamos una mariquita, pero incluso con sus tetas bailonas y pendulantes… entraba por el pasillo de la «nave» cantando y bailando «Soy la reina de los mares…»
Y por las mañanas, desde el tercer piso de las literas, cuando sonada diana, se ponía de rodillas, torso desnudo y nos daba los buenos días al tiempo que las hacía bailar… «Buenos dias mi tropa»
…pues -¡vivir para verlo!-, había gente que ni homosexualidad, ni bromuro, ni ná… ¡Pura llamada de la selva!
La licenciaron nada más jurar bandera…
¿Vosotros no tuvisteis mariquitas en la mili?
By: Milano on 29 octubre 2008
at 09:39
En la mili y en otros sitios los mari-
quitas nos han sacado de muchos
aprietos.Grandes compañeros.esca-
paratistas,montadores,decoradores…
Hacia ellos,mis respetos aunque nun-
ca compartiera sus historias.
Ahora,mis mejores clientes,con las marcas
de moda tanto ellos como ellas.Los que más
gastan en regalos.Un hip,hip hurra por los
mariquitas.
A propósito:¿Sábeis aquel que dice?…
¿Qué es un Gay sin GPS?
Un maricón perdio.
Y el Juez que dictamina:
–El acusado queda libre por falta de pruebas.
–Entonces ¿me puedo quedar con el coche,Sr.
Juez?
Otro que llega a su casa y su mujer le pregunta:
–¿Qué te ha dicho el Juez?
–Pues nada que Diez años ó 6.000 euros
–Mejor que cojas el dinero.
Así se pasa la vida,entre chistes y cabreos.
Gracias a todos los que me felicitaron por mi
cumpleaños.Gracias Carlos y los demás de
fuera de este Blog.Sesenta y dos(joder que
mayor soy) Un abrazo gente güena.
By: José Antonio on 29 octubre 2008
at 20:25
Felicidades por tu cumple,yo cincuenta y ocho primaveras,asi que te tengo que recordar de jovenzuelo, cuando según tu hermano trabajabas en casa Ros,mándame una foto «pa localizarte»
By: Rosi Sentís on 29 octubre 2008
at 21:38
Jose Antonio, ante todo FELICIDADES por tus primeros sesentaydos años, que te deseamos Concha, Mila y yo, el pobrecito hablador, que estamos tristes porque el domingo se nos va la suegra a los madriles, reclamada por sus otros vástagos.
Yo no sé donde estará la Belinda, aquella mariquita que pintaba por las casas, que era guapísima, tenía otra amiga que se llamaba la Mari, sé de buena tinta que esta Mari se ha confeccionado una página web, y que se lo ha comunicado a su amiga la Belinda, y esta le ha preguntado que como la titulará.
-Mari punto com, le ha contestado, y la Belinda le ha dicho: y, ¿por qué no, maricón y punto?.-
Carlos, tienes razón, porque esta sinrazón hay que contarla a los cuatro vientos, no vaya a ser, que las nuevas generaciones se crean que esto de la mili eran sainetes de los hermanos Quintero, o de Jardiel Poncela, o algo que se inventó un tal Gila para entretener al personal.
Milán, había uno que estaba de camarero en el bar de oficiales y por la ventana que daba al patio atendía al personal de tropa, y se llamaba igualito que yo, ni que decir tiene que a mí me tenía mejor cuidado que al príncipe ese que fué a ver la botasillla.
Rosi, qué pena no haber compartido la mili con los dos sexos, como ahora, te imaginas en el cuerpo de guardia, todos juntitos toda la noche, y el tráfico que habría de una garita a otra, garitas que casi siempre están en los descamapados.
¡¡Que gustazo de mili!!.-Voluntarios todo el mundo.
Un abrazo para todos, ha sido un placer.
By: santiago on 29 octubre 2008
at 23:39
en mi tiempo de mili tenia de todo un poco maricones no gey porque era pobre musulmanes gitanos drogatas bebedores precidiarios ceporros torpes y listos variado como en botica y eso que de dotacion eramos 40 si hay mas estariamos nas surtidos
By: galindo on 15 febrero 2009
at 01:58
no todos eran eso tambien habian maestro dependientes polis y otras carreras bamos como en boticas
By: galindo on 20 febrero 2009
at 01:31
Hola Santi, haciendo zapping encuentro tu comentario sobre tu mili. te agradezco la limpieza del mismo y sobre todo tu buen recuerdo hacia mi hermana Isabel y hacia mi Padre «el Macho», mote que le pusieron los cadetes en la academia Genera Militar en Zaragoza, ciudad donde me tienes para lo que quieras.
Un abrazo
Jaime Zabal y Díez de Güemes
By: Jaime y Françoise on 12 noviembre 2009
at 21:02
Yo cumplí mi sevicio militar en el entonces llamado Ejército del Norte de África. Plaza de Ceuta, Regimiento Ligero Acorazado de Caballería Montesa Nº 3.
Esto fue entre los años 1.967 y 1.968.
El «coronel fijo» era el Teniente Coronel Zabal. Yo conocí a dos Coroneles, el primero se llamaba D. José Barranco Gonzáles, un verdadero señor, paternalista y muy buena persona pero también disciplinado y muy preocupado por la tropa, el segundo se llamaba D. Miguel García de Herranz, También era una buena persona, menos paternalista que D. José Barranco, con D. Miguel García de la Herranz ya estuve poco tiempo.
Tengo muy buenos recuerdos del Pater, un capitán capellán castrense gallego, era una excelentísima persona (lamentablementa ahora no recuerdo su nombre), yo entoces «presumía» de ateo, y al pobre Pater le puse en más de un aprieto.
Recuerdo al Capitán Carmona,al Capitan D. Ramón Garciá Gonzalez (apodado el capitán calabozo), «el capitán calabozo» tambien era una buena persona, el problema es que tenía un sentido muy estrico de la disciplina y el deber. Tabién me acuerdo del comandante Santos, el teniente Amat, el teniente Márquez, El Teniente coronel Sainz del Río. No sigo que ya os aburro.
Por mi profesión fuí destinado a la Plana Mayor de Mando.
La comida en la Plaza de Ceuta entonces era muy buena abundante, pero ojito con la disciplina. Yo no tengo ningún mal recuerdo, se me impusieron algunos pequeños corretivos, correctivos totalmente justificados (me los merecí).
Había un cabo primero, cabo primero cuyo nombre ahora no recuerdo (una excelente persona) el padre de dicho cabo primero era Coronel de Regulares.
Muchachos no sigo que temo aburriros.
Saludos, I. Mauser
By: Ignacio Mauser on 26 noviembre 2010
at 21:47
GRACIAS POR RECORDARME ESTE TIPO DE HISTORIAS SOBRE MI PADRE Y MI HERMANA.
UN ABRAZO
ALFONSO ZABAL
By: Alfonso on 1 marzo 2012
at 19:06
¡Hombre, Alfonso, un fuerte abrazo y gracias por acercarte por aquí!
By: caberna on 1 marzo 2012
at 22:00
Hola compañeros.
Soy Julián (el cabo Bautista), un catalán de la quinta del 65… ya ha llovido.
Casi me habeis hecho llorar con las historias del «macho», que lo era.
Yo estuve con él y la verdad es que tengo buenos recuerdos. Podría escribir tantos que bloquearía este web. Detrás de su forma, quizás un poco excentrica, había un hombre bueno. Muchas veces fueron las que, con un Jeep que él conducía y una radio PCR mod. no recuerdo, creo que era el mod.-8, a mi espalda, nos dirigíamos a comer sardinas, recien pescadas, a un chiringuito que había en la playa yendo en el sentido de Ceuta hacia el Oceano Atlántico, no recuerdo el nombre del lugar. Tuvimos muchísimas horas de conversación, mientras esperabamos que la barca llegara con las sardinas (fueron muchos días, a lo largo de mi estáncia en el Montesa 3) y puedo aseguraros que el «macho», en el fondo era un buenazo, con sus ideas propias de un militar de la época… normal, supongo. Todos los que estuvimos, podemos hablar de sus Botasillas, pero pocos fueron los que, como yo, tuvieron la suerte de comer sardinas con un «macho» de verdad.
Un cordial saludo a todos, y en especial a su hijo Alfonso, que no conozco y al que supongo tambien militar.
Julian Gonzalez
By: Julià de Bonsai Girona on 13 junio 2012
at 21:15
Vaya, Cabo Primera, Santi. Mareando el celular me he encontrado con tu relato. Quizá tiene algunos puntos que se exageran un poco.
Yo hice el CIR en Camposoto, dónde nos instruía el cabo primera ALFONSO USSIA.
Me tocó también Caballería, cuándo un caballo se transformó en TANQUE. Acabé ascendiendo a Cabo Primera.
Allí me destinaron en el JUZGADO, con el Capitán José Luis PITARCH BARTOLOMÉ. Nos pasábamos algunas semanas yendo a EL HACHO (prisión)
By: Esteban GARCÍA URBANOS on 30 marzo 2022
at 17:10