Volcada sobre la plancha, apretando, con gesto cansino y el cabello caído de tanto caerse, plancha como tantas veces.
Sus ojos perdidos tal vez miren hacia otras tardes de plancha, o de cuidar niños, de fregar, de hacer camas, de llevar el pesado peso de toda la familia. Pero nadie se acuerda, nadie le expresa el menor reconocimiento a su labor tan dura, tan solitaria, tan invisible, tan incomprendida. Solo lo piensa ella, mientras plancha. Y sigue planchando…

La planchadora (Picasso,1904)
Piensa en todos esos años de sacrificio, en su vida tan planchada como el paño que está planchando…
Sus brazos dibujan una “v” sobre la plancha; una «v» de vacío, de vencida, de vida entregada. Y sigue planchando…
La plancha cae sobre la mesa con ritmo monótono y cansino; con el mismo ritmo monótono y cansino con el que lava lo que lavó, limpia lo que limpió y friega lo que fregó más de mil veces; con el mismo ritmo monótono y cansino con que vuelve a pensar cada día en la historia de su vida. Y sigue planchando…
Picasso la pintó y seguro que muchos la conocemos. En muchos hogares hay una, que después de toda una vida dada a los demás, se mira al espejo y se ve así, planchada, plana, vacía.
¡¡Corred a besarla, a decirle que es el ser más maravilloso de vuestra vida y agradecedle todo lo que ha hecho por nosotros!!
Emocionante y hermoso panegírico de la reina del hogar, como no podía ser de otro modo, viniendo de un poeta, y como hilo conductor esa gran obra de arte del siglo XX del periodo azul del genial Picasso. Este cuadro me es muy familiar, mi padre lo copió incluso en las medidas y allí está colgado, en el salón de casa de mi madre.
MUCHAS GRACIAS.
By: Santiago on 23 agosto 2008
at 22:41
De nada, mi querido amigo.
A mí también me es muy familiar este cuadro. Lo recuerdo perfectamente colgado en tu casa, en nuestra infancia y en mi corazón para siempre.
Sirva en esta ocasión como recuerdo cariñoso y homenaje al gran artista y mejor persona que fue Enrique García. Y un abrazo para su hijo Santi.
By: caberna on 24 agosto 2008
at 11:21
A mí el trabajo de ama de casa me parece mortalmente aburrido, tedioso y alienante…pero tengo que hacerlo –alguien lo tiene que hacer- y lo he hecho siempre con mucho cariño, pensando en el bienestar de mi familia y que de este modo les facilito la vida… pero el trabajo en sí es mortal, o te buscas una vía de escape, o te vuelves loca… si te da tiempo, claro.
Antes, cuando éramos pequeños, todo estaba más claro: los hombres trabajaban fuera de casa y las mujeres, madres-esposas amantes y serviciales, reinaban en el hogar. Pero las mujeres, algunas de mi generación, quisimos trabajar fuera de casa para contribuir a la economía familiar y para cambiar esta sociedad patriarcal demasiado injusta. Sin embargo, creo que a todos –hombres y mujeres- nos ha venido un poco grande este cambio. Aunque los hombres en general comprenden que es un problema de justicia colaborar en las tareas domésticas cuando ambos trabajan fuera, suelen desentenderse porque es lo más fácil y porque realmente los trabajos domésticos son tediosos: no hay mucha creatividad cuando se hacen las camas, se pone la lavadora, se recoge la cocina, se tiende la ropa o se plancha.
Lo que quiero decir es que la mayor parte de los hombres (y, ¡horror!, no sólo los de mi generación) considera como algo normal o “natural” que es la mujer quien tiene que asumir la organización del hogar familiar aunque trabaje también fuera de casa (no sólo del trabajo doméstico, sino incluso de la educación de los hijos).
Supongo que esto está cambiando en las nuevas generaciones. Al menos espero que sí, lo que hará que los hombres, por fin, sean menos dependientes de una mujer (esposa, madre, hija…) y convivan con una pareja para desarrollar un proyecto de vida y no para satisfacer sus necesidades más elementales.
Saluditos y hasta la próxima.
By: lamalpagá on 24 agosto 2008
at 21:53
Muchas gracias por tu comentario, «lamalpagá», y bienvenida a este pequeño rinconcito donde no hacemos otra cosa que compartir nuestras pequeñas tonterías, a veces en tono más serio -como ésta- y otras de forma más distendida.
Tienes razón en todo lo que dices. Como hombre que ya tiene cincuentaytantos entono el «mea culpa» y no puedo justificar el que no ayudemos en las tareas doméstica tanto como deberíamos. Muchas veces decimos que no nos educaron para ello, que no estamos preparados, que antes los papeles estaban repartidos, etc, etc. Pero lo cierto es que nada nos impide coger la fregona, poner una lavadora, tender la ropa o recoger la cocina, pongo por caso. La verdad es que somos unos comodones y ya está.
Un saludo, «lamalpagá» y esperamos leerte más veces por aquí.
By: caberna on 24 agosto 2008
at 23:05