Posteado por: caberna | 14 mayo 2008

El cenicero

En Mayo del Sesenta y Ocho yo no estaba tirando piedras en París contra los tanques -como ahora dicen todos los españolitos,- o “yo también estuve allí”. Mentira, tú estarías como mucho brindando por Franco o contra él, según conviniera…

Yo había terminado en la Escuela de Comercio y trabajaba aprendiendo donde podía. Tenía mi novia y mi primer Seiscientos. Mi novia se llamaba Charo y el coche no tenía nombre reconocido pero su matrícula era CE-10.113 sin más, no como ahora con tantos GWX. Su precio -de risa hoy- cincuenta y seis mil pesetas, es decir, 336,57 euros de hoy y sobre todo, a pagar a dos mil doscientas diez pesetas que volviendo a hoy serían justos 13,28, ó sea, el gasto de hoy de desayuno con moscas (alguien que siempre se agrega) periódico y a lo mejor nos llega para un paquete de tabaco.

Entonces, quien tenía un Seiscientos era ya importante. Daba gusto pasear por la calle Real y ser la envidia de todos. Pero le faltaba un detalle, no tenía cenicero, y lo peor, tampoco sitio para ponerlo. Encontré uno vertical, con tapa, y lo pegué como pude a la derecha del volante. Un éxito. Podía ya conducir y fumar.

Una noche de viernes, estando los tres juntos, es decir, mi novia, el seiscientos y yo, le dije a la primera que tenía un gran dolor de cabeza y me fui de aventuras con el segundo. Todo nervioso pasé a Marruecos, a quince Kilómetros estaba la libertad y estaban las francesas. Dejé aparcado mi coche en la puerta de la discoteca Carabo de Restinga. Había coches lujosos pero yo veía al mío mejor, blanquito, reluciente y muy limpio, no como los demás, llenos de barro.

Al entrar, parece que estoy en otro mundo, luces de colores, música suave y ambiente feliz. Me acomodo en la barra y con mi Coca-Cola en la mano me dedico a mirar. Hay mucha gente. Creo que va a ser mi gran noche.

Veo a tres muchachitas francesas cuchicheando. Yo voy a lo “garçon”, es la moda: pelo tipo Beatle, (me viene bien porque tapo mis orejas), suéter grande que casi tapa mis manos y vaquero con vueltas que casi tapan los mocasines.

Sin pensarlo dos veces me voy hacia ellas. Mi francés no es bueno ni malo, no es ni francés. Con mi chapurreo me dirijo a la más fea de las tres. Con el ruido apenas me entero si se llama Françoise, Margueritte o Nicolette pero es igual. Me explica que regenta una tienda de comestibles en Marsella. Se ríe mucho con mis tonterías. Me da igual lo de la tienda de chorizos pero se engancha muy bien cuando bailamos. Estoy muy nervioso y tengo que demostrar tranquilidad. Las guapas siguen sentadas. Es lo mejor –pienso- coger siempre a la fea, aunque su nariz te moleste porque choca con la tuya. Su cuerpo es una monada.

Entre risas, refrescos y algún beso robado la noche va cogiendo forma. Tengo calor y la invito a ver las estrellas. Triunfo total. Entramos para despedirnos de sus amigas que, por fin, también están bailando en la pista. Mi francés se va haciendo milagrosamente cada vez mas fluido.

Salgo dando vueltecitas a mi llavero y el aparcamiento está oscuro. Ella espera entre tanto deportivo y coche de lujo a que yo me dirija hacia el mío.

Cuando le abro la puerta del Seiscientos la cara se le cambia. Ya no habla. Se acopla su vestido de seda azul y enciende un cigarrillo.

Está viviendo en un apartamento en Cabo Negro. Me mira seria. Yo veo que algo no funciona. En un momento, sin pensarlo, levanta la tapa del cenicero para tirar su cigarro con tan mala fortuna que se vuelca sobre su vestido.

Como puedo, enciendo la lucecita interior situada en el techo. Se sacude las cenizas, aparta mi mano para que yo no lo haga y suelta un -¡Merde! que me sigue retumbando en los oídos.

Llegamos y aparco el coche. Gentilmente me bajo para abrirle la puerta, pero no me da tiempo. Echa a correr escaleras arriba y desde lo alto me dice: -Espagnol, cochon.

Vuelvo al coche. Enciendo otro cigarrillo y bajando la ventanilla tiro el cenicero a la cuneta. Nunca pensé que aquella noche terminara así por culpa del adhesivo de aquel cenicero.

José Antonio.

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Respuestas

  1. Perfecta reproducción de aquellas historias que se cuentan en las películas de los años 60 que protagonizaban Pepe Sacristán, Jose Luis López Vázquez, Alfredo Landa y compañía, sobre los españolitos intentando comerse una rosca con las extranjeras. La diferencia es que ésta que cuentas, es real. Me he partido de risa. Enhorabuena (no por lo de la francesa, sino por la historia, je, je)

  2. Qué grande, qué grande. Qué bien contado.

    Me ha alegrado el día.

  3. ¡Cagondiétío! Con lo bien que pintaba la historia… ¡Lo va a contar, lo va a contar! ¡El tío va a contar cómo terminó la noche…!

    ¡Jolines! Y lo has contado… ¡Hasta yo me he quedado frustrado!

  4. Je,je…Una cosa son las historias que
    pasaron de verdad y otra ocultar la
    realidad con fantasias.Como aquello
    del parchís,mato una y cuento veinte.
    De todas maneras,gracias por leerme.

  5. Jose Antonio, ¿donde c. has aprendido la técnica de describir en un microrrelato toda la indiosincrasia de una época?. De una época tan disparatada como la que nos ha tocado vivir a nuestra generación.
    Una generación que es un milagro que no hayamos terminado todos desquiciados.
    Los que nacimos en las décadas 40 o 50, hemos visto desarrollados tantísimos proyectos, que unos años antes eran un sueño para la humanidad, y aquí estamos tan centraditos y siendo capaces de relatar y concentrar con inteligencia todo lo acontecido a nuestro alrededor.
    Nosotros hemos sido testigos y hemos asimilado mas cambios en el mundo que veinte generaciones anteriores.
    Para mí el cambio mas espectacular fué ver llegar al hombre a la Luna, cuando unos años antes venía el hombre de la basura con un silbato y tirando de un carro, o la televisión, recuerdo que a primera película que vi completa fué en vuestra casa «Tres lanceros bengalíes». Las largas colas en los cines para ver aquellos peplums infumables, que hoy día le daría vergüenza a cualquier programador pasarlo por la televisión, y tener que aguantar a la pareja de grises que venía a poner orden, y nosotros teniendo el chorro del extractor echando aire caliente sobre nuestras cabezas, y no toques la pared porque te puedes quedar pegado en la grasa que chorreaba hasta el suelo, o ver una película a través de un agujero hecho en la puerta y terminar bizco un buen rato.
    O aquel vecino, que realquilado en una habitación reciencasado lo primero que hizo fué comprar un televisor, y nos invitaba los lunes a ver los Intocables a todos los chiquillos del barrio, amontonados en la habitación, eso sí, él tumbado en el sofá-cama, el bueno de Ramón nos enseñó a compartir la propiedad.
    En el barrio San Antonio, una autética choza de lata se permitió el lujo de instalar una antena de televisión que tenía que sobrepasar el monte del morro para captar la imagen, era tan alta que tuvieron que instalarla con una grúa gigantesca, se hicieron apuestas por ver cuanto tiempo tardaría en derribar la casa aquel monstruo.
    Tantas cosas que vinieron después, y las hemos ido asimilando como el que se bebe un vaso de agua. Hay gente que les da un yuyu si se quedan sin cobertura el el móvil, o se queda sin batería, y antaño si querías hablar con un familiar tenías que quedar en la telefónica y esperar horas y horas, hasta que te avisaban para entrar en una de aquellas cabinas.
    Nos hemos creado el hábito de enterarnos de todas la innovaciones que surgen diariamente en todos los campos de la ciencia, aunque ya cuesta trabajo comprender muchas cosas, por ejemplo, las noticias de astronomía, parece que las publican para los estudiosos de estos temas, y no digamos ya de química o medicina, en fín nos conformaremos con ver los resultados finales.
    FELIZ DIA Y MUERA ETA.

  6. Gracias Santiago por tus piropos. Uno que es listillo.Je,je…
    Ahora ya en serio. Somos unos privilegiados, sabemos quienes somos y quienes fuimos, de donde vinimos y adonde vamos.
    Nuestros padres venían de pasar una maldita guerra, con los corazones rotos,con seres queridos perdidos por la más absurda sinrazón.
    Apenás sin nada, se fueron recuperando y dándonos todo lo que tenían y sacrificándose al máximo nos hicieron mayores.
    Nosotros valoramos ese esfuerzo y fuimos arrancando espinas para dejar las mejores flores en nuestra vida, empezando de nuevo, cantando por las esquinas la felicidad con orgullo de tener aquellos padres. Todavía tengo escálofrios al ver la cara de mi madre cuando le regalé aquellos tres billetitos azules de Quinientas pesetas fruto de mi primer sueldo. Y un prismático para mi padre para que viera bien los barcos en la Bahia.
    «Los siguientes» no supieron valorar nada. Solo tenían que pedir y fácilmente obtenían lo que querian. Sigue siendo válido para hoy todavía. Todo lo pintan negro. Nos queda la alegría de haber salvado a algunos. Pero son torpes, no le dan cara a la vida. Se esconden en «botellones» absurdos, se agujerean la cara para ponerse adornitos, se pintan águilas en la espalda, se drogan para morir lentamente, y tienen hijos con las borracheras que luego tienen que alimentar sus abuelos.
    Es nuestro fallo, ante tanta técnica, con tanto poder y no hemos sabido traspasar aquel mensaje de nuestros padres. Hemos fracasado sumidos en las hipotecas.
    Algunos si recogieron el relevo y por eso nuestra España sigue funcionando, mal que les pese a unos pocos. Sigamos transmitiendo ilusiones aunque sea escribiendo.
    FELIZ DIA Y MUERA ETA.

  7. Comparto y asumo vuestros comentarios sobre la aceleración histórica y la revolución tecnológica que nos ha tocado vivir y que nos hace que estemos desfasados de un día para otro. «Esto corre que se las pela». Si te paras un momento en la cuneta para respirar, te quedaste arrinconado y sin entender nada de lo que está pasando, Así es que hay que ponerse las pilas…
    Respecto a ETA también comparto el deseo de su desaparición total bajo mil toneladas de granito.
    Carlos.

  8. Quiero felicitar a mi tío José Antonio, que en este blog me ha dejado ya «pasmao» varias veces.

    Es uno de los pocos que ha reconocido un cierto «fracaso» de vuestra generación al no conseguir transmitir valores a los hijos.

    Lo corriente es echar la culpa a los jóvenes, sin más.

    Aunque reconozco que a veces se encuentra uno con jóvenes que le dan ganas de tirarse por un barranco.

    Respecto a lo de ETA, a ver si dejan de una vez de dar la lata.

    Cada vez que hablo con un extranjero sobre España, me pregunta una de las siguientes cosas:

    – a) si me gustan los toros

    – b) si toco o bailo flamenco

    – d) si los vascos son mala gente

    La respuesta a todo es no. Y la culpa de la última pregunta ya sabéis quién la tiene.

  9. ups, me he saltado la c.

  10. La «c» que te has saltado, Javi, te la pongo yo. Como a la a) y b) contestas «no», la siguiente sería: c) Pero, ¿tú eres español?
    Un abrazo

  11. Me gusta la relación padre-hijo por aquí.
    Es bonito ver como se produce el dialó-
    go.Cabernal:Menos mal que no viajé es-
    ta semana.Acerté.El viento movía los
    aviones que daba miedo verlos.Ahora,que
    esta semana me voy aunque caigan chuzos´
    de punta.Je.je.


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