El sábado por la tarde estuve en la Iglesia. Hacía años que no iba, dejé de ir cuando vi a «los ministros de Dios» haciendo las mismas travesuras que el resto de los mortales, pero tenía que dar las Gracias porque mi mujer se había curado de su enfermedad. Siempre miro a Dios, a su cara, a sus ojos y hablo con Él. Por un momento creo que me sonrió. Mientras, el cura de turno, leía no se qué de una carta de San Pablo a los Corintios y luego los feligreses contestaban a coro y yo seguía sin entender el porqué de aquellos gorgoritos y frases extrañas en personas que una vez terminada la misa se seguirían portando mal hasta con los animales.
De pronto, aburrido y esperando que aquello terminara de una vez, vi a Ramón, a mi derecha, muy atento, con sus ojos azules de bondad, mirando también a Dios.
Su clerygman y sus manos estaban arrugadas pero sus ochenta años solo le habían estropeado un poco la espalda, donde se echaba todo lo que no le interesaba oír.
Ramón, el padre Ramón, el Obispo de Málaga que un día cambió su Mitra y su Anillo por ayudar a los pobres y empezó a vivir como ellos, con ellos.
A principios de los noventa, se presentó en Melilla, huyendo de la jet set marbellí buscando el cariño de los pobres, su sonrisa.
El Obispo Buxarrais impresionaba a todos. Un día, cuando me visitó buscando ropas para llevar a su gente le dije: ¿Cómo tengo que llamarle? ¿Padre? ¿Señor Obispo? ¿Ramón?
Él, sonriendo como siempre me dijo: – Me da igual cómo me llames, pero llámame.
Seguimos viéndonos. Me interesaba el personaje y su Obra. Yo le caía bien pero él me afeaba siempre mi espíritu comercial.
Un día me hizo anotar un pensamiento que guardo desde entonces:
«Andamos tan encandilados en el hacer que somos incapaces de contemplar el ser y cuando uno ignora lo que es no atina en lo que hace.»
Supo ganarse el corazón de todas las razas y religiones que convivimos en esta linda tierra.
Le falta tiempo para ayudar a los ancianos de «La gota de Leche» o a los presos entrando cada día en la cárcel a darles su mano y de paso algunos euros para comida ó tabaco.
Todavía le queda tiempo para pasar a Marruecos y llevar comida, caramelos y sonrisas.
Sé que estos tiempos no son buenos para estas historias, que andamos por otros caminos, pero Ramón, el padre Ramón, el Obispo Ramón quizás nos haga cambiar de ideas…
Jose Antonio.
Impresionante historia de una PERSONA que ha dedicado su vida a trabajar por los demás y con los demás. Es un cura católico pero eso da igual. Podría haber sido fontanero o exportador de claveles de Huelva. Lo importante es su obra.
Gracias por la historia.
By: caberna on 9 mayo 2008
at 19:51
Mi mujer se ha emocionado hasta el punto de saltarsele las lágrimas, dice que ella también mira a lo ojos al hablar con Dios.
Me comenta que se acuerda de un muchacho guapísimo que esperaba a su novia en la puerta de Amali, y yo que conocía a la novia digo que era mucho mas guapa que el novio, siento que haya estdo enferma. Mila era clienta de esa tienda, el día que la conocí llevaba un «minipull» verde botella con una franja en el pecho color canela y amarilla, (como me acuerdo eh), comprado ahí.
Me acuerdo cuando el obispo Ramón dejo Málaga para irse a atender a los mas necesitados, fué un hito, hombres como él son los que elevan la categoría del ser humano. Buena historia la de este hombre, verdadero seguidor de la doctrina cristiana, al contrario de los que se dan golpes de pecho y miran hacia otro lado.
By: santiago on 9 mayo 2008
at 21:34
Gracias por vuestros elogios.A veces,
escribir cosas como estas nos alegran
un rato el corazón.
Besos para todos.
JOSÉ ANTONIO.
By: José Antonio on 10 mayo 2008
at 08:18
Ehhhhh!!! Recuerdo perfectamente esá dorada época del muchacho morenito con el flequillo peinado perfectamente sobre su frente y su vespa, esperando en la puerta de Amali, aquella tienda de Hadú, frente a la iglesia de Santa Teresa y la Casita, donde tantas horas hemos echado cantando, bailando y tonteando con las niñas (algunos como Santi y Juanma se echaron novia para siempre). Pues sí, allí estaba mi cuñada Charo y el pollo que estaba de guardia en la puerta era mi hermano Jose Antonio. Y sí, es cierto que la chica era (y es, aunque hace tiempo que no la veo) guapa y el chico también lo era (venga, y lo es también). ¡Qué tiempos!
Un abrazo.
By: caberna on 10 mayo 2008
at 14:00
ME ESTOY PONIENDO MU COLORAO
CON TANTO PIROPO.ELLA SI ERA,ES
GUAPA,YO ERA Y YA TAMPOCO,DEL
MONTÓN.Je,je,je.
By: José Antonio on 12 mayo 2008
at 16:24