Posteado por: caberna | 4 abril 2008

PONIENTAZO (Relato de Santi)

El silbido de llamada por el que se reconocían entró por la ventana abierta de par en par y que dejaba entrar una maravillosa vista del mar azul, un poco picado por el viento de poniente. Los dos chavales se asomaron al mismo tiempo, uno en el primer piso y el otro en el tercero, el que los llamaba les pidió que si podían bajar a la calle. Un poco desganados bajaron las escaleras, no era tiempo de ponerse a jugar después de comer, en alguna casa se oía el programa de discos dedicados con Antonio Molina cantando «cocinero cocinero enciende bien la candela y prepara con esmero un arroz con habichuelas».
Ya en la calle y a la sombra de los cañaverales de la huerta, Miguel Bernardo alias «Migueli», le propuso a Leonardo Toledo alias «el Nardi» y a Santiago García alias «el Santi», bajar a la playa y botar una patera que había construido su padre.

El padre de Migueli, Sebastián, trabajaba en el parque de artillería y era un gran calafate. Con sus manos y una hachuela era capaz de hacer un remo con cuatro o cinco golpes. Allí en la playa, en los ratos libres iba preparando la quilla, las cuadernas y las iba dando forma, hasta que poco a poco todo aquel rompecabezas se tornaba en algo marinero. En sus últimos tiempos, ya olvidados los del calafateo, era asiduo del bar de Juanito Arroyo. Allí tenía un lugar reservado junto a la puerta y junto a su chato de vino, con la mirada perdida, se le podía ver, tal vez añorando tiempos más felices de su juventud.

Bajaron a la playa por el cerrillo, después de recoger los remos y los toletes. Ahí estaba la embarcación oliendo a madera nueva sin pintar todavía, tantearon su peso, demasiado tal vez para tres enclenques, colocaron los troncones debajo de la quilla para deslizar sin esfuerzo apenas el bote hasta el rebalaje, un último empujón y la patera se introdujo en el mar en su bautismo marinero. Enseguida se subieron los tres y sorteando las rocas bogaron mar adentro, lentamente se alejaban de la costa, un sol brillante se reflejaba en el mar por la Restinga, hacia allí querían navegar los inexpertos nautas, pero era imposible hacerlo contracorriente.

De pronto una fuerte ráfaga de aire presagiaba un empeoramiento del estado de la mar. En segundos aquello era un hervidero, enseguida quisieron poner proa hacia la orilla, pero ya era demasiado tarde, la corriente les llevaba mar adentro sin remisión. Las risas se convirtieron en gestos de preocupación, sabían que muchas embarcaciones, si no sucumbían con un golpe de mar, aparecían en las costas de Estepona, pero con la tripulación en muy mal estado.

Haciendo un gran esfuerzo con los remos querían hacer virar la embarcación, con tan mala fortuna que uno de los remos se partió por la mitad. Siguieron luchando con la pala del remo roto y las manos pero era imposible. De pronto se calmó el viento y aprovecharon para enfilar la playa. Con muchas ganas llegaron a pocos metros de la orilla, ya no tuvieron más que bordear la playa hasta llegar al punto de partida. Encallaron el bote en la arena y se tumbaron exhaustos pensando que, después de todo, habían tenido mucha suerte.

Santi.
Nota del autor: En esta historia, cualquier parecido con la realidad es totalmente cierto.

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Respuestas

  1. Buena historia, Santi. Aunque no creo que Migueli y Nardi (¿dónde andarán?) la lean estoy seguro que les encantaría hacerlo.
    ¡Ay que ver lo inconsciente que puede llegar a ser un niño! Ese día os podíais haber quedado en el mar para siempre.

    Gracias por contarlo.
    Carlos

  2. Qué alivio da leer el final de la historia.

  3. Perfecto el relato.Por un momento me he
    sentido parte de la historia.Sin embargo,
    hay un dato al final omitido,la gran paliza
    que recibieron de sus padres estos mari-
    nos inexpertos.Je,je.Enhorabuena,Santi,segui-
    remos leyendote.

  4. Aysss…siempre que leo historias en el mar, me da por relajarme :-). Pero…con ese mar «enfadado» de momento, jo…se me estaba poniendo el vello de punta!!!
    Que bonita historia.
    Un abrazo

  5. Me alegro de verte por aquí, amiga Gebirg. Siempre es un gusto saludarte. Es cierto, a mi también me relajan mucho las historias sobre el mar, pero es que estos marineritos eran demasiado jóvenes y demasiado inexpertos.
    Como ves estamos recopilando recuerdos sobre aquel viejo barrio AL SUR DEL SUR, en la Calle Terraplén… Pero eso no quiere decir que no se pueda hablar de otras cosas… lo digo por si se te ocurre mandarme algo, algún recuerdo de aquella Ceuta que viviste y vivimos…
    Un beso.

  6. Aquiles, voy a poner otro enlace a tu dominio, a ver si es verdad que funciona.
    Gracias por informarme.
    Un abrazo.


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